
Una educación de calidad requiere la coordinación entre los diferentes proyectos educativos, clave para crear un ambiente cohesionado. Cuando desde las diferentes áreas y actuaciones se trabaja de manera transversal permite el desarrollo integral del alumnado. Esta coordinación implica un esfuerzo común, que lleva a resultados más sólidos y duraderos, de esta manera, el centro educativo no solo educa para el conocimiento, sino también para la vida, el bienestar social y emocional. Además, al trabajar todos hacia los mismos objetivos, se refuerzan los valores compartidos y se fomenta el sentimiento de pertenencia, lo que fortalece aún más el lazo entre el alumnado, docentes y familias, en un ambiente de colaboración y apoyo mutuo.